Con los años, he llegado a pensar que esa evocación de la experiencia con y en Estados Unidos está atravesada en ambos–dígase que para bien o para mal–como se atraviesa una espina de pescado (eso nunca lo he padecido, pero bueno…) o un mal amor…O un buen amor, no sé.
Como sea, lo que tengo que decir en estas memorias es que eso que nos falta en cada caso respecto a la idea-vida de Estados Unidos, se complementa en nosotros, cuando nos juntamos, cuando somos aquí, aquí en nuestra vida.
Me gusta pensar–y cuando pienso en esto me siento completo, feliz–que lo que has visto y lo que puedes ver también lo veo yo, como cuando tu ver a Nueva York significa que ya esa ciudad está en mí gracias a tus ojos, a tus pasos.
Y, por supuesto, es un asunto que no está cerrado, por tu papá, por mis recuerdos, por esa relación tan ramplona y tan genuina que siempre tuve con ese país.
Esta postal tiene al revés otra pregunta: si no soñé nunca con Buenos Aires, y si no soñé con España, ¿con qué soñé?
Pues soñé muchas veces con Estados Unidos.
Todavía lo hago. No sé a dónde irán a parar esos sueños. En la esencia vital cotidiana, en el tejido diario, parece que esto no me atormenta, precisamente por lo que acabo de pensar: que lo has visto ya.
Por mí.
Para mí.
Gracias, otra vez, por haberlo soñado o padecido en pesadillas también, porque ese soñar caminar me ha convocado muchas veces, como cuando uno piensa en esa locura del estar y no estar.
_________
*la frase original es : “Vendrá la muerte y tendrá tus ojos”, y es de Cesare Pavese