¿Qué vimos en una de las pinturas sobre Ticio el depredador? Vimos una ciudad en llamas en el segundo plano. En la descripción de la pintura que hacen en la página del Museo del Prado nos sugieren que la ciudad en llamas puede tener cierto aire a Roma. Nosotros tomamos esta sugerencia y pensamos en el famoso incendio de Roma, atribuido a Nerón. Se ha dicho que las extravagancias que le dieron tan mala fama eran cortinas de humo, de humo y fuego, aunque no parece haber más aclaraciones. Se puede suponer que hay un cruce de opiniones y rumores acerca de la relación que Nerón tuvo con su familia, con los cristianos y con los senadores romanos. Estos últimos, por cierto, terminarán derrocándolo, arrinconándolo. Hay gente que dice que Nerón quemó a Roma, y hay otra gente que dice que dejó que ardiera, que prefirió tocar la lira y cantar una canción alusiva al saqueo (incendio) de Troya. Algunos historiadores afirman que Nerón estaba fuera de Roma, y que tan pronto se enteró del incendio regresó a hacer lo que tenía que hacer: ayudar, socorrer, salvar. Esta versión se complementa con lo que se cuenta de la relación de popularidad que Nerón llegó a tener con el pueblo, algo que al parecer no agradaba a los senadores romanos. Así, la posibilidad conspirativa y especulativa cambia da un giro y señala hacia otro bando, porque cabe la duda sobre la posible participación de otras fuerzas, otros intereses, ajenos o quizás opuestos al mandato de Nerón. La pregunta-resumen que podemos consignar es ¿a quién le convenía que Roma ardiera? Y, seguidamente, ¿qué consecuencias sociales, culturales, políticas, tiene un incendio tan devastador?
Si volvemos a las metáforas, claro, podemos asociar el incendio de Roma con el incendio emocional de Nerón. Puede ser que su madre Agripina la menor tuviera mucho que ver con ese incendio. Algo que, por supuesto, no puede justificar el hecho de que Nerón, desesperado, atrapado en sus pasiones, cometiera uno de los matricidios más famosos de la historia occidental. Los historiadores nos dicen que Nerón se había enamorado de Popea Sabina, hija de un ilustre ciudadano romano. Amor problemático por donde se le mire: Nerón ya está casado con la emperatriz Claudia Octavia, de quien se decía que era noble y leal. Y el otro problema era nada más y nada menos que Agripina, la madre de Nerón. En cada caso, Nerón decidió librarse, con calumnias y con violencia física, y por esto también lleva una cruz a cuestas. La misma cruz en la que crucificaban a los cristianos.
Lo sugerimos en clase: algo de freudiano tiene ese crimen, algo de romántico, mucho de trágico: ¿es más importante el amor de una madre o de una amante? ¿si mi madre me da la vida y luego me da el poder, debo corresponderle en igual proporción, haciéndole partícipe de ese poder y dedicándole a ella todo mi amor?